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Crianza positiva en tiempos de crisis: Estrategias participativas y radios comunitarias para el bienestar infantil

María Alejandra Gutiérrez Torres Daniela María López Quimbay Catalina Rey-Guerra Carlos Felipe Del Real Reyes Jorge Cuartas   La actual crisis migratoria que atraviesa las Américas, con especial énfasis en el corredor del Tapón del Darién entre Colombia y Panamá, presenta retos humanitarios sin precedentes, tanto por su escala como por la complejidad de las condiciones sobre el terreno (Organización Internacional para las Migraciones [OIM], 2021). Durante la última década, se ha observado un incremento significativo en el número de personas que cruzan esta zona, huyendo de la pobreza extrema, la inestabilidad política, la violencia, la falta de oportunidades laborales y el cambio climático (Hidrobo et al., 2022; O’Connor & Batalova, 2019). Según Médicos Sin Fronteras (MSF, 2023), más de 320.000 personas atravesaron el Tapón del Darién durante la primera mitad de 2023, lo que supone un aumento exponencial respecto a años anteriores. Esta situación afecta de forma particular a niños, niñas y adolescentes, quienes se encuentran entre las poblaciones más vulnerables en contextos de migración forzada. Las condiciones extremas del cruce —selvas frondosas, clima impredecible, ausencia de infraestructura, presencia de grupos armados ilegales y delincuencia organizada— incrementan el riesgo de sufrir lesiones, enfermedades, violencia sexual y otras formas de maltrato (Betancourt & Khan, 2008; MSF, 2023; UNICEF, 2021). Asimismo, el estrés tóxico, la ansiedad, la incertidumbre y las experiencias traumáticas asociadas al desplazamiento amenazan el desarrollo integral de la niñez, con potenciales efectos a largo plazo en su bienestar emocional, cognitivo y social (Panter-Brick & Leckman, 2013). Frente a esta realidad, la protección de los niños y las niñas migrantes no es simplemente una cuestión humanitaria inmediata, sino una inversión en el futuro social, económico y político de las comunidades receptoras y de la región en general (UNICEF, 2019; WHO, 2017). La niñez migrante, a pesar de las adversidades, representa un capital humano esencial. Su adecuado acompañamiento, cuidado y apoyo en el presente puede marcar la diferencia en su capacidad de resiliencia, en su inserción exitosa en nuevas sociedades, y en su contribución futura al desarrollo nacional y regional (Arango, 2013; Felton et al., 2017). En este escenario, la promoción de la parentalidad positiva cobra una relevancia central. La evidencia científica ha demostrado el impacto determinante que las prácticas de crianza basadas en la comunicación, la sensibilidad, la disciplina no violenta y la estimulación cognitiva y emocional tienen en el bienestar infantil (Clarke et al., 2020; Deater-Deckard & Dodge, 1997; Lund et al., 2018). Sin embargo, resulta especialmente desafiante introducir y priorizar estos temas en contextos humanitarios, donde las familias viven al límite, abocadas a la supervivencia cotidiana, a la obtención de recursos básicos y a la movilidad constante (OIM, 2021). Ante la complejidad del panorama, la búsqueda de estrategias innovadoras y culturalmente sensibles que permitan llegar a estas poblaciones con mensajes claros y útiles es clave (Gill et al., 2019; Vega Casanova et al., 2021). La Fundación Apapacho ha desarrollado la iniciativa “Ondas de Apoyo” como un ejemplo de respuesta adaptada, empleando la radio comunitaria —un medio tradicionalmente confiable, accesible y valorado en zonas rurales y remotas de Colombia— para difundir mensajes de parentalidad positiva y apoyo psicosocial. Estas intervenciones buscan no solo informar, sino también generar transformaciones en las prácticas cotidianas, contribuyendo a la protección de la niñez en contextos de crisis migratoria. Contexto de la crisis migratoria y su impacto en la niñez La migración forzada en el Tapón del Darién no responde a un solo factor, sino a una combinación compleja de elementos que impulsan a las familias a dejar sus países de origen, principalmente Venezuela, pero también otras naciones de América Latina, el Caribe y más allá (OIM, 2021; R4V, 2022). Entre las causas más señaladas se encuentran el colapso económico, la inseguridad alimentaria, la inestabilidad política, la violencia urbana, el aumento de la criminalidad, la falta de empleo y, más recientemente, los efectos del cambio climático (Hidrobo et al., 2022; Zapata-Barrero, 2019). La vulnerabilidad de las niñas y niños migrantes en este contexto es extrema. Según UNICEF (2021), los menores que participan en estas travesías se enfrentan a un entorno de doble adversidad: por una parte, las condiciones físicas y ambientales del cruce, y por otra, la inestabilidad psicosocial que conlleva dejar atrás la familiaridad de su hogar, redes de apoyo y entornos educativos estables. Estas dinámicas pueden generar retrasos en el desarrollo cognitivo, dificultades de aprendizaje, trastornos de ansiedad y depresión, así como aumento del riesgo de exposición a la violencia y explotación (Felton et al., 2017; Panter-Brick & Leckman, 2013). Además, la condición irregular o precaria de muchos migrantes limita su acceso a servicios básicos de salud, educación y protección social, incrementando el círculo vicioso de la exclusión y la marginación (OIM, 2021). La ausencia de una respuesta institucional sólida y articulada, sumada a las restricciones de movilidad y al control territorial por parte de actores armados, dificulta la provisión de asistencia humanitaria integral (MSF, 2023). Este panorama exacerba las tensiones familiares y el estrés de los cuidadores, quienes, al verse desbordados por las urgencias materiales, pueden pasar por alto las necesidades emocionales y psicológicas de sus hijos (Betancourt & Khan, 2008). Importancia de la parentalidad positiva en contextos migratorios y humanitarios En ambientes de crisis migratoria, las familias experimentan múltiples pérdidas: ruptura de redes sociales, dificultad para mantener rutinas, incertidumbre sobre el futuro, exposición a la violencia y una sensación continua de inseguridad (Arango, 2013; Deater-Deckard & Dodge, 1997). Estas condiciones ejercen presión sobre las dinámicas familiares, pueden debilitar la parentalidad y afectar la calidad de las interacciones entre adultos y niños. La parentalidad positiva, entendida como un conjunto de prácticas y actitudes que favorecen el desarrollo saludable y el bienestar infantil, ha demostrado ser una herramienta fundamental para mitigar los efectos del estrés y el trauma (Clarke et al., 2020; WHO, 2017). Los cuidadores que emplean estrategias de disciplina positiva, comunicación afectiva, validación emocional, escucha activa y resolución no violenta de conflictos pueden reducir la probabilidad de violencia intrafamiliar y promover la resiliencia de los niños (Betancourt &

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La Ley de Educación Socioemocional: el futuro de la educación en Colombia.

El pasado 22 de mayo de 2024 fue aprobado en tercer debate el Proyecto de Ley No. 256 de 2024 Senado -313 de 2022 Cámara “Por medio de la cual se promueve la educación socioemocional de los niños, niñas y adolescentes en las instituciones educativas de preescolar, primaria, básica y media en Colombia”.             Tras una aprobación unánime, acompañada de manifestaciones a favor de la iniciativa de representantes de todos los puntos del espectro político, esta propuesta de integrar la formación socioemocional al sistema educativo invita a repensar el propósito, o esencia, en términos aristotélicos, de la educación: ¿Es el propósito del sistema educativo exclusivamente el de formar académicos y profesionales? ¿O debería también ser responsable de promover la formación de seres humanos integrales, con las herramientas para vivir vidas plenas y construir sociedades en paz? La educación socioemocional es el proceso mediante el cual se adquieren, cultivan y aplican conocimientos, habilidades y actitudes para desarrollar una identidad saludable, manejar emociones, alcanzar metas personales y colectivas, sentir y mostrar empatía hacia otras personas, desarrollar resiliencia, establecer y mantener relaciones de apoyo y tomar decisiones responsables y de cuidado (Osher et al., 2016). ¿Qué son las habilidades socioemocionales?   El desarrollo de estas aptitudes en la primera infancia, dentro de las cuales se comprenden la dimensión emocional, social y de regulación cognitiva, se ha asociado con resultados a lo largo de la vida, incluyendo: graduación de secundaria, estabilidad laboral, bienestar económico, bienestar mental, y menores índices de actividad criminal, así como de uso de sustancias (Logan-Greene & Jones,  2015) Al mismo tiempo, se puede considerar cómo aptitudes que entran bajo esta sombrilla –la escucha, el diálogo y la capacidad de llegar a acuerdos– resultan cruciales para el adecuado ejercicio de la ciudadanía en democracia, particularmente en el contexto de alta polarización que enfrenta el mundo en la actualidad.   En esta línea, la promoción de la educación socioemocional, como propuesta por este proyecto, responde a un modelo educativo dirigido a formar personas con las habilidades y herramientas necesarias para navegar sus propias vidas, enfrentar desafíos con resiliencia y cultivar sus virtudes. Al tiempo, que, para desenvolverse como verdaderos ciudadanos democráticos, con la capacidad de comunicar sus ideas y valores de forma asertiva, escuchar a los otros, y llegar a acuerdos. Sin embargo, para que esto sea posible, se debe saber que las habilidades socioemocionales no se desarrollan de forma aislada, sino que responden a relaciones y contextos, los cuales, en el caso de los niños, niñas y adolescentes, incluyen el colegio, pero también las familias y las estructuras sociales.  Por esto, es clave la consideración que hace el proyecto de incluir a padres, madres y cuidadores, al igual que a docentes, en los programas de educación socioemocional. En especial, en un escenario donde el tipo de violencia más frecuente vivida por niños menores de 5 años se da en el hogar, la cual impacta no solo la capacidad de los niños, niñas y adolescentes de cultivar habilidades socioemocionales, sino también su desarrollo neurológico e integral (Cuartas et al., 2021). De esta forma, promover estas habilidades en las familias es crucial para una verdadera transformación. La efectividad de esta clase de programas depende de que se diseñen de forma adecuada al desarrollo, teniendo en cuenta factores culturales y sociales, de acuerdo con la evidencia y asegurando una adecuada implementación (Osher et al., 2016). Sin embargo, su correcto desarrollo se refleja en impactos en la realidad institucional, comunitaria e individual. Evidencia de 424 estudios en 53 países ha demostrado que los programas de educación socioemocional tienen un impacto positivo en conocimientos, actitudes y competencias, que se ven reflejados en mejor desempeño académico, mejores relaciones entre pares, y un mejor funcionamiento institucional (Cipriano et al., 2023). Se espera que el proyecto sea agendado para su cuarto y último debate, en plenaria de Senado, en las próximas semanas. En caso de ser aprobada, esta nueva ley de la República implicaría la colaboración del Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud y el Comité de Convivencia Escolar, para la evaluación, diseño e implementación de programas que permitan ofrecerles a los niños, niñas y adolescentes del país las herramientas socioemocionales necesarias para construir proyectos de vida exitosos y cultivar su bienestar personal, al tiempo que para construir sociedades democráticas y en paz. Referencias: Cipriano, C., Strambler, M. J., Naples, L. H., Ha, C., Kirk, M., Wood, M., … & Durlak, J. (2023). The state of evidence for social and emotional learning: A contemporary meta‐analysis of universal school‐based SEL interventions. Child Development, 94(5), 1181-1204. Cuartas, J., Weissman, D. G., Sheridan, M. A., Lengua, L., & McLaughlin, K. A. (2021). Corporal punishment and elevated neural response to threat in children. Child development, 92(3), 821-832. Logan-Greene, P., & Jones, A. S. (2015). Chronic neglect and aggression/delinquency: A longitudinal examination. Child abuse & neglect, 45, 9-20. Osher, D., Kidron, Y., Brackett, M., Dymnicki, A., Jones, S., & Weissberg, R. P. (2016). Advancing the science and practice of social and emotional learning: Looking back and moving forward. Review of Research in Education, 40(1), 644-681.

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Cuatro cosas que debes saber sobre la ciencia del desarrollo en la primera infancia

La primera infancia es un periodo fundamental del desarrollo humano donde se establecen los cimientos que garantizan una vida próspera y saludable. En este blog te contamos cuatro cosas que la ciencia ha mostrado sobre este periodo de la vida  que demuestran la importancia de promover ambientes positivos para los niños y las niñas en los hogares y las comunidades.  Los primeros cinco años de vida, conocidos como la primera infancia, son un periodo fundamental de la vida donde se desarrollan los cimientos de la arquitectura cerebral y habilidades cognitivas, sociales y emocionales que determinan el aprendizaje, salud física, salud mental y bienestar en la niñez, adolescencia y adultez.  El desarrollo en la primera infancia es parecido a la construcción de una casa. Lo primero que se construye son los cimientos. Al tener cimientos fuertes, podemos construir una fachada agradable, red electrica fiable, y decorar la casa de la mejor manera. Sin embargo, si los cimientos son débiles, lo que hagamos después será más frágil y vamos a necesitar hacer muchas inversiones para reparar posibles daños. De la misma forma, un inicio vida fuerte garantiza una arquitectura cerebral fuerte donde lo que hagamos a futuro (en cuanto a inversiones de educación y salud) rendirá buenos frutos. A continuación, te contamos cinco cosas que la ciencia del desarrollo infantil temprano muestra para que sepas cómo podemos promover un sano desarrollo en la primera infancia

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Compartir tiempo uno a uno para promover el pleno desarrollo en la primera infancia

Pasar tiempo uno a uno con las niñas y los niños es fundamental para promover su desarrollo y puede ser incluso considerado como una vitamina natural para fortalecerlos a nivel físico y mental. En este blog, podrás ver las razones que explican por qué es importante dedicar tiempo a nuestras niñas y niños y cómo esto contribuirá a un crecimiento saludable. También encontrarás algunas ideas sobre cómo pasar tiempo de calidad en tu hogar de manera sencilla y divertida.  El compartir tiempo de calidad con un adulto es un elemento vital para los niños y las niñas desde sus primeros años de vida, ya que sin los padres y cuidadores no existe forma alguna de que ninguno de ellos –incluso nosotros hubiésemos podido sobrevivir. Adicionalmente, ciencias como la neurología, la pediatría y la psicología, han descubierto que el tiempo de compañía y cariño que ofrecemos a los niños y niñas está estrechamente relacionado con su desarrollo cerebral y por ende con su desarrollo emocional, cognitivo y social.  El compartir tiempo de calidad y llevar a cabo acciones como jugar, abrazarlos, hablarles, consentirlos y explorar juntos, entre otras, estimula el desarrollo cerebral de los niños y promueve nuevas conexiones entre neuronas. De esta forma, el tiempo de compañía e interacción que pasamos con niñas y niños dará como resultado la formación de nuevos circuitos neuronales que les permitirán ir desarrollando habilidades que son fundamentales para sus trayectorias educativas, salud física y mental y su relación con nosotros y otras personas.    Además de estas actividades, lo más importante es que dentro de tus rutinas diarias puedas destinar tiempo, así sean 5 minutos cada día, compartiendo con tu niño o niña de forma libre y divertida. Jugar y pasar tiempo con los niños nos libera del estrés diario, ya que al igual que a ellos, nos permite producir un importante químico dentro del cerebro que se llama dopamina  que nos hace sentir alegría. También produce mejoras en nuestra memoria, creatividad y flexibilidad mental.

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Cinco caracteristicas que hacen del juego una de las actividades más importantes para el desarrollo y aprendizaje de las niñas y los niños

El juego es una actividad fundamental para promover el desarrollo, aprendizaje temprano y bienestar de las niñas y los niños. En este blog te contamos sobre cinco caracteristicas que hacen del juego una de las actividades más importantes en la primera infancia y cómo tu puedes promover estas experiencias de juego en el día a día. La investigación desde la neurociencia, pediatría, economía, psicología del desarrollo y otras disciplinas ha demostrado que el juego (sea liderado por las niñas y niños o guiado) es fundamental para el desarrollo de habilidades cognitivas, motoras y socioemocionales que las niñas y los niños requieren para ser éxitosos en la educación educación inicial y primaria y para relacionarse con otras niños y niñas y adultos. El juego incluye actividades y experiencias que pueden ir desde el juego libre, donde las niñas y los niños deciden cómo y cuándo jugar, hasta juegos con reglas o guiados por otras personas. El juego, adicionalmente, puede ocurrir en cualquier lugar (el hogar, la calle) y no requiere de juguetes o materiales más allá de la imaginación y el deseo de divertirse.  Ya sea libre, guiado, con o sin materiales o juguetes, toda experiencia de juego cuenta con cinco caracteristicas clave que explican sus beneficios en el desarrollo y aprendizaje temprano: Para promover la participación activa de las niñas y los niños, puedes apoyar su autonomia dejándolos elegir y descubrir cosas por si mismos, ayudarlos a lograr cosas que aún no pueden lograr por si sólos (por ejemplo, ponerse de pie) y crear un ambiente seguro y positivo que permita la libre exploración y juego.  Puedes promover experiencias de juego significativas partiendo de los intereses de las niñas y los niños en vez de imponerles en qué o cómo jugar, permitiéndoles participar en tus tareas diarias (por ejemplo, de organización del hogar) y construyendo sobre los conocimientos que ya tengan las niñas y los niños, comparando entre lo que ya conocen y lo que están aprendiendo o en lo que estan jugando en el momento. Para promover experiencias de juego interactivas, puedes acompañar a la niña o niño a inventar juegos y/o encontrar soluciones conjuntamente, en vez de sólo limitarte a decirles que hacer o no hacer. También puedes involucrarte en conversaciones con preguntas abiertas que permitan a las niñas y niños expresar lo que piensan y sienten. Finalmente puedes participar con la niña o el niño en actividades conjuntas como construir con bloques, jugar, cantar canciones o contar historias. Dado esto, para permitir experiencias de juego iterativas y libres puedes aceptar que las niñas y niños no siempre sabrán o harán todo correctamente y que, por el contrario, intentarlo, experimentar y equivocarse es clave para aprender. También puedes enfocarte en felicitar el proceso y no sólo el resultado: lo importante es la persistencia y no sólo si la niña o el niño logró el resultado esperado. Por último, puedes buscar promover la persistencia y perseverancia. Para que una experiencia sea divertida, puedes enfocarte en compartir emociones positivas durante el juego, en vez de buscar corregir o criticar comportamientos, buscar divertirte en el proceso, y buscar compartir intereses y actividades divertidas en el día a día para fortalecer la relación.

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